—¿Y si…? —comenzó a decir Alfredo, pero la certeza de que Rubén iba a rechazar su idea lo asaltó de pronto, e hizo silencio. Delante de ellos se alzaba una gigantesca pirámide escalonada de metal de cien metros de altura. A pesar de estar emplazada sobre roca sólida, en los puntos de apoyo se observaban fracturas. Aquella máquina era enorme. Se trataba de una Unidad de Terraformación Estándar, un complejo sistema automatizado integrado por miles de procesos robóticos coordinados. Su función era convertir planetas estériles como aquel en hábitats aptos para la Humanidad.