Todos los deportes y actividades recreativas tienen sus secretos. Y, para un acotado círculo de amantes de la pesca, el secreto es nuestro pueblo.
Colgado de la orilla de una pequeña laguna perdida en medio de la vastedad de la pampa argentina, el lugar donde vivo no es mucho más que una escasa colección de casas y negocios dedicados a suplir las necesidades de los pescadores deportivos. Tenemos una sola hostería, con cinco habitaciones que nunca estuvieron ocupadas todas juntas; hay un almacén, donde se puede comprar casi de todo; y después varios puestos de carnada y de venta de cañas y redes, kayaks de plástico o canoas de fibra de vidrio; y no mucho más.